Satisfacción sexual en 8 claves
Cuando recibo parejas en la consulta,en búsqueda de resolver su malestar sexual, es muy probable que consideren que el problema invade la vida en forma global, asignándole a la dimensión sexual una relevancia por sobre cualquier otra dimensión de la pareja. Cuando se van y hemos logrado realizar un trabajo exitoso, la vida sexual ya “no mete ruido”, es decir, tanto la frecuencia como el desempeño exitoso, se desdibujan y la pareja es capaz de ubicar al sexo en su justo lugar como un aspecto más de su bienestar.
Por muchas décadas la investigación en sexualidad, así como los medios de comunicación, pusieron el acento en variables ligadas al funcionamiento sexual como indicadores de satisfacción sexual. Así mientras menos demorarás en excitarte, o más orgasmos se consiguieran, o el coito se extendiera por largo rato como una muestra potente del control eyaculatorio, más exitoso/a te podías considerar en la cama. Con el tiempo, estas variables han quedado obsoletas en la medida que el concepto de satisfacción sexual se ha ampliado a otras variables de orden cualitativo y relacional. Por ello, ya no es posible considerarse un buen/a amante en sí mismo, sino en la medida que hay también otro/a en relación con el cual se es capaz de gozar en el terreno sexual. De ahí que la función a dejado paso a la interacción, o el orgasmo se desdibuja frente “al placer de estar juntos”. Peggy Kleinplatz es una de las especialistas que ha aportado en esta línea, con su estudio sobre condiciones que hacen del sexo algo óptimo.
En sus estudios se concluye que la satisfacción sexual tiene mucho menos que ver con la técnica, comprarse juguetes y/o cuerpos perfectos y más que ver con factores como la presencia, la conexión y la intimidad erótica.
Kleinplatz dice: «Muchas personas han comprado el mensaje que, si su vida sexual parece un poco aburrida, sólo hay que condimentarla». ¿cuántas veces hemos escuchado o leído frases de ese tipo? Y generalmente lo que nos proponen para condimentar, es algo que tenemos que comprar. El sexo vende y más aún, vende el marketing que nos hace sentir inseguros respecto a cómo estamos viviendo nuestra sexualidad.
Quisiera pasar revista entonces a los 8 factores que Kleinplatz menciona como aquellos relevantes para tener una sexualidad satisfactoria:
Estar presente, enfocados y compenetrados: Este parece ser el factor más relevante. Estar aquí y ahora. Es difícil poder disfrutar si estamos pensando en cómo lo estamos haciendo, en cuantas horas más nos tendremos que despertar, en la exposición de mañana, en los gastos de este mes o en que los niños pueden entrar. Por otro lado, cuando estamos plenamente presentes y atentos, nos podemos dar cuenta de que no existe un momento igual al otro, ya no hay rutina.
Conexión, fusión, estar alineados y en sincronía: ¿qué significa esto? Quizás es posible operacionalizar este factor bajo la idea de “estar jugando el mismo juego”. La conexión no necesariamente requiere o está dada por la data de la relación de pareja. Esto incluso es posible de lograr en un solo encuentro. Tiene que ver con “estar aquí contigo” y ser capaz de alinear el ritmo, el tono, acordar el tipo de práctica sexual, entre otros aspectos a sincronizar.
Intimidad erótica y sexual profunda: La intimidad la defino como “aquel espacio cualitativamente distinto a la realidad cotidiana, un espacio donde solo estamos y existimos tu y yo, para y por nosotros”. En este contexto, la intimidad implica respeto mutuo, cuidado, resguardo de la privacidad, aceptación y admiración. La atracción se combina con una sensación de seguridad y cercanía emocional.
Buena comunicación y alta empatía: Kleinplatz describe a las personas que logran una sexualidad optima, como “cinturones negros” en comunicación. Son personas que manejan muy bien lo que podríamos denominar «asertividad sexual», expresando sus deseos, necesidades y limites, cuidando la relación y siendo sensibles a las reacciones del otro.
Autenticidad, desinhibición y transparencia: Esto tiene relación con dejar de ser espectador de uno mismo, ser genuino y como dice Peggy: “desnudarse emocionalmente”. Se genera un espacio de libertad, donde se permite mostrar, ver, sentir y decir, dejando al margen la vergüenza, la culpa o la idea de que el otro me pueda enjuiciar negativamente. Esto permite, por ejemplo; abrirse a nuevas prácticas, jugar con las fantasías o quizá introducir algún juguete sexual. Más allá de las vibraciones que este último pueda generar, es la complicidad, la intimidad emocional y el juego con los límites, lo que potencia el erotismo.
Dicha, paz, transformación y transcendencia: Se refiere a un estado en que se diluye el tiempo y el espacio. Generalmente se utiliza un lenguaje de corte místico, espiritual o religioso para describirlo. Se experimenta alegría, armonía y felicidad.
Exploración, toma de riesgos y diversión: Se trata de tomar el encuentro sexual, con relajo, como una experiencia lúdica, una aventura que nos invita a explorar y conocer cosas sobre uno mismo y la pareja. El humor, las risas y el desorden, son parte del jugar.
Vulnerabilidad y entrega: entregarse, permitirse ser vulnerable y dejarse llevar. En este espacio de entrega nos sentimos seguros, no hay ansiedad, no hay plan, no hay meta, solo se trata de entregarnos a este espacio de placer y goce con el otro/a.
Si nos damos cuenta, los factores asociados al sexo optimo, tienen que ver con la conexión –con nosotros, con el momento presente y con el otro- y es justamente ese contacto, ese lenguaje común, lo que le otorga al sexo entre personas, su connotación única. El sexo relacional es el sexo esencialmente humano.